Marco Turbay

El peso de una verdad tiene que ver con su precio. Si a una verdad se le puede dar existencia, se le puede desear. En este caso, cuando una verdad se le otorga un precio, es porque alguien la ha diseñado y una vez salga su primera producción, se convertirá en un bien deseable, por tanto, asequible, comprable. Como en un supermercado, estaría lista para ser adquirida por el consumidor.

Pero, ¿qué nos referimos cuando hablamos de una verdad? Todo lo que busque ser fuente unívoca y original de la identidad o confirmación de los hechos de algún fenómeno por encima de cualquier otra versión o posición diferente a la suya.

¿Sobre qué temas se focaliza la verdad? Todo lo que integre posibilidades de control, poder, capital económico que sirva a su vez para garantizar las dos anteriores. Así que sobre religión, política, sexualidad, amor, divorcio, drogas, tierras, nutrición, infancia.

¿De qué formas viene? En forma de argumento, valor, juicio, concepto, proceso, metodología, procedimiento, técnicas, datos, estadística, información. ¿Qué exige esta verdad? Ser incuestionada y considerada determinante e infalible.

¿Hacia quién va dirigida?
Hacia la masa acrítica o personas críticas a fin de hackear su sistema de creencias autónomo imbuyendo la creencia de la importancia de sobrevivir y resistir como principios garantes de la vida misma.

¿Qué efecto tiene la verdad producida, sobre la vida cotidiana?
La mirada se hace monocromática. Cuando estas verdades son producidas no podemos ver otra cosa diferente, a riesgo de ser señalados por no ver lo que otros ven. Aquí surgen dos movimientos: una presión social (1 -hackeo social) que nos hace ver desde la estadística superior convivencial coincidir con la mirada global y, otro (2 -autohackeo), la autorregulación monocromática de nuestra mirada aunque veamos todo en colores.

¿Cuál es el peso de una verdad sin reflexión, sin cuestionamiento ni autocuestionamiento, impuesta, fabricada sobre nuestra existencia cotidiana?
Debo tener recursos para adquirirla.
Debo tener recursos para sostener dicha adquisición.
Debo justificarla para ganar adhesión a la pertenencia del grupo que la creó y así lograr posicionamiento que, a su vez, otorga un pseudoreconocimiento de pertenencia.
Debo polarizarme, para negarme la oportunidad de ver las cosas diferentes y no me afecte emocionalmente la mirada monocromática cuando asome un color diferente.
Debo defenderla a toda costa, aunque eso anule mi experiencia y reflexión.

¿Cuál es el llamado con este escrito?
A recuperar nuestra propia mirada y sobre todo el valor del disenso y la construcción colectiva que da cuenta del alcance, impacto y temporalidad de la o las verdades. Develar las verdades que han sido fabricadas. Recuperar el valor del debate y el cuestionamiento de una verdad. Identificar el auténtico origen de la verdad y su conveniencia. Amar la búsqueda por encima de la verdad. Diferenciar verdades construidas de fabricadas.

Ahora bien, ¿cuál es esa verdad religiosa, identitaria, política, colectiva, laboral, personal, de sentido a la que te has anclado y no has decidido reconocer la gama de los colores que tienes grabados en la corteza visual de tu alma?

Marco Turbay: Psicólogo Social Educativo, Especialista y Magister en Proyectos Sociales. Estudiante de doctorado en Estudios Sociales. Esposo tragao y papá en aprendizaje y sanación. Educador emocional. Diseñador de metodologías de acompañamiento y mentorías personales y colectivas a instituciones educativas y comunitarias. Poeta y escritor libre como de cuentos infantiles. Cocinero apasionado. Creador de Grupo Diez y Loncheras del Alma, además de 240 podcast divulgados en redes varias y otras en producción. Integrador de un Programa de Salud Mental Pública con equipo de expertos.

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