Por: Delia Rosa Bolaño Ipuana. Magister en Educación, licenciada en pedagogía, Normalista Superior
La pluma dorada en esta ocasión, plasma la página en blanco, inspirada en el sentir que debe tener un maestro, entendiendo, que el sistema educativo en Colombia ha tenido grandes cambios que deben ser materia de preocupación para los mismos del gremio. Con el tiempo se ha notado que se sigue con los mismos problemas, que nada ha cambiado, que entre más se han creado programas políticos, para supuestamente mejorar la calidad educativa (como el Programa de Alimentación Escolar (PAE), el transporte escolar, entre otros), los estudiantes rinden menos, se han acomodado y crecen creyendo que el Estado debe seguir manteniéndolos.
No se sabe, en que consiste esto, si realmente no se les informa, que cada gobierno hace un esfuerzo en ofrecerles menos cargas a las familias e invierte en sus hijos, para que sean unos ciudadanos agradecidos y amen más a su país, que sean aportantes al cambio y rinda en sus clases, pero, esto ha generado todo lo contrario, se vuelven más flojos, menos competentes, mal agradecidos y creen que el gobierno está obligado a mantenerlos y que ellos no tienen ningún deber con su país. Que triste realmente es leer en los niños, jóvenes y padres de familia está actitud egoísta y sin ninguna clase de remordimiento por su patria.
Se cree que es necesario que el Ministerio de Educación Nacional (MEN) tome cartas en el asunto; como todo es un conjunto, a los padres de familia se les debe delegar la responsabilidad de cumplir con su deber, en este sentido, de acompañar a su hijo en el proceso, que se fije multa a aquel padre de familia que no cumpla con la inversión que hace el Estado en sus hijos, que la responsabilidad sea mutua y que no crean que solo es del Estado, que no crean que su única responsabilidad es tener a los hijos, pedir lo que no se han ganado, y abandonarlos por completo. Esto es materia señora ministra, de ajustarlos para que cumplan con su rol, solo así se empezaría el camino del equilibrio social, educativo y moral con nuestro país.
En cuanto a los que caminan por la senda de la enseñanza, se deben detener un tanto, y analizar lo que indica, cuando se dice: “el maestro debe pensar sobre su pensar y sobre su hacer” (Celestin Freinet), es decir si eres maestro titulado en la profesión, entonces, tu saber pedagógico es potente para aportar a las comunidades que esperan de esta vocación los mejores resultados.
Es cuando, muchos se preguntan, ¿será que el sistema burocrático, quien abre la posibilidad laboral de un profesional, en uno de los campos más sagrados, ha favorecido la educación del país o lo está llevando al declive total? ¿tiene un ingeniero la pedagogía que requiere la matemática o el licenciado en matemáticas? Tiene un médico la pedagogía que se necesita en primaria y secundaria, en ciencias naturales, química o biología? y así otros campos pedagógicos que hoy están siendo ocupados por profesionales que buscan un puesto laboral, que cumpla con sus necesidades básicas, pero ¿será que esto vale más, que el equilibrio académico, pedagógico del que nos hablan, los pedagogos?
Un tema que analizar sobre este nuevo sistema de oportunidades, que toca al campo pedagógico más delicado, ya que, en las manos de la vocación del maestro está el desarrollo, el futuro que se leerá con el paso del tiempo, como dice María Montessori. Cada profesión tiene su campo y vocación, como está sustentado en el libro de marketing de 1962, Kotler, quien se considera la biblia del Marketing: el libro Dirección de Marketing: Análisis, Planificación y Control, donde se indica que cada profesión debe estar en su lugar, sino lo hace, el profesional podrá caer en grandes errores, frustración, por no ocupar el lugar para el que se preparó, y al entrar a un campo que no es suyo, conlleva a que la empresa o sistema declive o fracase.
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